Gilberto Carreño / Caracas, 7.11.2016
Una vez más los venezolanos contemplamos con el
mayor estupor un nuevo crimen de Pdvsa contra nuestro patrimonio natural y
ecológico. Esta vez las víctimas y afectados
directos son los ríos Aribi y Pao y los pobladores de Santa Clara y zonas
aledañas de los estados Anzoátegui y Monagas.
Según
denuncias por separado de los diputados Antonio Barreto Sira y José Brito,
representantes de los mencionados estados y miembros
de la Comisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional, además de
los señalados ríos, un derrame petrolero provocado por la ruptura de un
oleoducto de 36 pulgadas, que
transporta crudos en el eje
Cabrutica-Jose, habría afectado también
las quebradas, morichales y lagunas de fincas de la zona.
De acuerdo
con las fuente de la información que recogen, entre otros los diarios El
Nacional y El Carabobeño, se estima en unos 25 mil barriles el vertido de petróleo hacia los mencionados cuerpos de
agua y, pese a que atribuyen a una
explosión la causa del derrame, Pdvsa lo niega así como la magnitud de los
daños. Y junto con las acciones de cercado y recuperación del crudo, la
petrolera estatal apoyada en efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana
impiden el paso, así como la captación de imágenes, a residentes y medios de
comunicación al área del desastre ambiental y ecológico.
Este accidente ocurre apenas a una semana del
registrado en el sector Guaraguao, del estado Anzoátegui, y se suma a la larga lista, algunas de gran dimensión, como las de Guarapiche, en Monagas, y la de la refinería de Amuay, en Falcón, que
ubican a Pdvsa entre las empresas petroleras de mayor siniestralidad
determinada por la falta de un adecuado mantenimiento de sus instalaciones.
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